Teresita Vago

El día fue muy largo, me dolía todo el cuerpo, no daba más. Volví a ducharme, me perfumé, me puse el camisón, hice zapping en los canales de noticias un rato, me fui a dormir. Estaba muy triste porque andaba en una racha muy mala de situaciones, mi ex no paraba de torturarme con audios, mensajes y toda la catarata de sensaciones. No lo amaba, nunca lo amé. Cerré los ojos como pude, descansé y al día siguiente, ¿Qué pasó?, ¿Dónde estoy?, ¿me encuentro en el 2023? Me levanté de la cama, con mucho más espacio en la cama. La almohada me hizo ver que mi pelo estaba lleno de rulos, fue muy raro. Me toqué la cara, tenía una barba incipiente, me asusté. Fui al baño, me vi en el espejo, ¡soy un hombre!, ¡soy bajito!, ¡tengo barba! Abrí la persiana de mi ventana, ¡autos viejos!, ¡un teléfono público!, gente usando walkman… ¿Qué es esto? Me di cuenta que en la mesa de luz había un par de anteojos culo de botella, volví al baño, mis ojos son celestes, soy rubio… con mucho miedo, me animé y divisé

  Son las diez de la noche, estoy en la terminal de ómnibus de Neuquén y estoy enojado: acaban de suspenderme el viaje que salía de plataforma once a Buenos Aires a la una de la mañana. ¿Cuáles fueron las razones? En la boletería no me lo quieren decir: que fallas en el micro, que en esta época de vacas flacas algunos micros llegan tarde, excusas, excusas, excusas. La cosa es que se me terminaron las vacaciones, entre algunos días de trabajo acá en la Patagonia, y aunque la terminal es divina, no sé que voy a hacer acá. El hotel donde paré lo tengo lejos, y en la oscuridad nocturna no me queda otra que, con la valija, revisar el celular, fijarme en las redes, en whatsapp, leer algunos libros, y dormir en una cama improvisada. Hay poca gente. Apenas algunas personas que pasan apurados, con la suerte de poder viajar, nerviosos, contentos, en fin. Suena el celu y es mi esposa desde Buenos Aires: le cuento lo que me pasó y no lo puede creer; nos quedamos charlando un tiempo que no me doy

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